Por primera vez en la era K, Néstor Kirchner enfrenta una seria resistencia de los jefes del peronismo a sus planes electorales, materializando como nunca antes uno de sus principales temores políticos: no lograr el control absoluto del PJ, algo que lo persigue desde que fue derrotado en el Senado en la votación de la resolución 125. Es que el Gobierno se vio obligado ayer a desmentir la estrategia, difundida por la Casa Rosada, que estipulaba que los intendentes del PJ bonaerense encabecen las listas de concejales en sus distritos, un plan que iba a extenderse a los gobernadores, pero que fue rechazado por los más emblemáticos jefes comunales del peronismo y los principales mandatarios provinciales. “No hay nadie a quien se lo haya llamado para decirle vos tenés que ir al frente de la lista”, remarcó el ministro de Justicia, Aníbal Fernández. El coro de desmentida oficial se completó con Florencio Randazzo y Sergio Massa. La causa de esta creciente resistencia es que intendentes y gobernadores consideran que es demasiado riesgoso plebiscitar sus gestiones, asumiendo además el costo de tener que defender candidaturas para cargos que jamás asumirán. A esto se suma que los jefes del PJ de Santa Fe, Carlos Reutemann, y de Córdoba, Juan Schiaretti, rompieron definitivamente relaciones con la Quinta de Olivos. Ayer, incluso, el gobernador de Chubut, Mario Das Neves, anunció que en su provincia no se usará más el sello del Frente para la Victoria. “Vamos por una alternativa superadora, el Frente por la Integración”, dijo. Kirchner pasa Semana Santa encerrado en su residencia de El Calafate, junto a su esposa, la presidenta Cristina y el resto de su familia. Allí se enteró de que el habitual coro de dirigentes oficialistas que salen a respaldar sus estrategias se había roto: gobernadores como el sanjuanino José Luis Gioja, el salteño Juan Manuel Urtubey, el chubutense Mario Das Neves o el entrerriano Sergio Urribarri dejaron trascender que no seguirán el camino del fiel Daniel Scioli, que aceptó postularse como candidato a diputado para traccionar votos a favor de Kirchner. Los intendentes bonaerenses, subalternos clave para Kirchner ya que son los únicos que pueden garantizarle la estructura partidaria necesaria para sacar una crucial ventaja de votos en los distritos más populosos del conurbano, también se niegan a candidatearse: “No voy a ser candidato a nada. Y al final sólo cuatro o cinco intendentes lo van a hacer”, desafió ante Crítica de la Argentina el poderoso Hugo Curto, de Tres de Febrero. A cambio de poner sus propios cuerpos, los intendentes proponen a Kirchner postular en las listas a sus esposas y a parientes con los que comparten apellido: una salida intermedia que no figuraba en los planes del Presidente. La sangría oficialista provocó que los principales voceros del Gobierno se vieran obligados a desmentir lo que hasta hace pocas horas ellos mismos impulsaban en declaraciones off the record: “Que me traigan un solo gobernador al que lo haya llamado el ex presidente, la Presidenta o yo; es todo absolutamente mentira”, dijo el ministro del Interior, Florencio Randazzo. Su colega de Justicia y Seguridad, Aníbal Fernández, también negó que los gobernadores hayan formado parte del nuevo plan electoral K. “Nadie hizo semejante cosa, no hay nadie al que se lo haya llamado para decirle vos tenés que ir al frente de la lista”, se quejó al formular esa desmentida. El jefe de Gabinete, Sergio Massa, que el jueves había declarado que podría encabezar la lista de concejales de su distrito, Tigre, ayer evitó confirmar esa primera afirmación. En cambio, Massa negó que los gobernadores hayan recibido presiones de la Casa Rosada, y defendió la oferta K para que los intendentes sean candidatos: “Dar testimonio es involucrarse”, dijo, en alusión a los dichos del intendente de Lanús, Darío Díaz Pérez, que había confirmado que su candidatura a concejal será sólo “testimonial” ya que no renunciará a su actual cargo ejecutivo. A todo esto, la oposición ratificó su plan. La UCR anunció que denunciará a Scioli por “estafa” por presentarse a un cargo que nunca pensó en ocupar.
Fuente: Critica