Miles de personas despidieron al ex presidente en las calles. En el cementerio, las nuevas generaciones de radicales que lo toman como ejemplo lo lloraron en las puertas de la Recoleta.
Las honras fúnebres de Raúl Alfonsín, su último recorrido por este mundo, desde el Congreso hacia el cementerio de la Recoleta, escoltado por su familia, sus dirigentes, los granaderos y las fanfarrias y sobre todo por más de cien mil personas que aclamaban por la materialización de los valores republicanos que simboliza su nombre se transformaron en un histórico acto político, de alto tono opositor, capitalizado por la Unión Cívica Radical (UCR). Al mediodía, en el Congreso, la cúpula de la UCR envió el primer mensaje a la Quinta de Olivos: se mostró unida. Una hilera de dirigentes acompañó a la cureña que trasladó los restos de Alfonsín hacia la Recoleta: el vicepresidente Julio Cobos caminó pegado al jefe del bloque radical de Diputados y titular del partido, Gerardo Morales, y al dirigente Federico Storani, representante del aparato bonaerense. Ese trío estaba distanciado hasta hace pocos meses. La vuelta de Cobos “al partido” es casi un hecho. Momentos antes de esa caminata, Cobos, en uso de la Presidencia por el viaje de Cristina Kirchner a Londres, había despedido a Alfonsín con un discurso donde recordó su “voto no positivo” en el Senado: “Otra vez la historia me pone en una situación importante”. Miles de personas agitaron banderas rojas y blancas al grito de “¡Cobos Presidente!” (ver página 7). Además de Cobos, recordaron a Alfonsín el jefe de los senadores de la UCR, Ernesto Sanz; el diputado Morales; el ex presidente de Brasil, José Sarney, y el vice de Alfonsín, Víctor Martínez (ver nota aparte). El oficialismo tuvo como único orador al presidente de Diputados, Eduardo Fellner, quien se diferenció de los radicales al decir que “diálogo no significa siempre consenso, significa también disenso”. Ese primer acto terminó con una misa celebrada por el obispo de Santa Fe, José María Arancedo. A las dos y diez empezó la segunda fase del funeral alfonsinista: el cuerpo del ex presidente fue acompañado desde el Congreso al cementerio por más de cien mil personas que caminaron a lo largo de la avenida Callao. La gente vivaba a Alfonsín y lanzaba claveles, rosas y calas sobre su féretro. Desde los balcones se asomaban los vecinos y algunos colgaban banderas. Cada tanto caían algunas gotas de lluvia. En el cielo sobrevolaban dos helicópteros. La llegada de Alfonsín al cementerio fue caótica. El desborde de gente hizo que fuera imposible que los oradores dieran sus discursos en la puerta del lugar, como estaba previsto. Debieron hablar desde adentro. El primero en hacerlo fue el titular de la UCR bonaerense, Daniel Salvador, quien aseguró que Alfonsín había triunfado porque “nunca más en la Argentina habrá interrupciones constitucionales”. Sus correligionarios que le siguieron en el uso de la palabra lanzaron mensajes políticos más contundentes. Coti Nosiglia remarcó que el mensaje de Alfonsín era siempre el de la unidad: “Si hay una palabra que define su mensaje es ‘juntos’”. Nosiglia es el principal operador de la unificación partidaria, lo que incluye el regreso a la UCR de Cobos y la construcción de una alianza con la dirigente bonaerense Margarita Stolbizer, socia de Elisa Carrió. Después fue el turno del ex presidente de Uruguay Julio María Sanguinetti, quien recordó que Alfonsín siempre “tuvo la predisposición para unir los intereses de la región, buscando saldar las diferencias históricas”. El día anterior, el actual presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, había dicho que a Alfonsín “sí lo quieren” en Uruguay, en obvia referencia a Néstor Kirchner, que impulsó el conflicto con el país vecino por la papelera Botnia. Luego de Sanguinetti tomó la palabra Graciela Fernández Meijide, ex ministra y ex miembro de la Conadep. Dijo que con el tiempo comprendió por qué Alfonsín había impulsado las leyes de Obediencia Debida y Punto Final: “Un mandatario tiene que tomar decisiones pensando en el futuro”. El ex presidente del Senado Mario Losada, destacó “el reencuentro absoluto de Alfonsín con el pueblo”. El único peronista que despidió al ex presidente fue Antonio Cafiero (ver recuadro). El anteúltimo en hablar fue el dirigente Leopoldo Moreau, el más duro contra los Kirchner: “Alfonsín no necesitó llegar a Presidente para luchar por los derechos humanos”, chicaneó, a la vez que analizó que el sepelio de Alfonsín “sirvió para reconciliar a una sociedad quebrada, fracturada y crispada”. Cerró el acto un sentido Hipólito Solari Yrigoyen: “Hemos perdido al mejor hombre de nuestra generación”. Después de esas palabras, sin cámaras de televisión, la familia Alfonsín tuvo su instante de intimidad y enterró al ex presidente en la bóveda de los Caídos de la Revolución del Parque de 1890. Desde afuera del cementerio se escucharon las salvas de artillería y luego la trompeta de un granadero hizo sonar un toque de silencio.
Fuente: Critica