miércoles, 27 de agosto de 2008
Reservarse el derecho a admisión. Más que un derecho es una responsabilidad
De acuerdo a lo establecido por la propia ley, los lugares de esparcimiento nocturno deben exhibir en su entrada un afiche con el texto del Art. 16 de la Constitución Nacional junto a la ley antidiscriminatoria (cuyas dimensiones mínimas deben ser de 30cm x 40 cm)El ejercicio del derecho de admisión es optativo. En caso de que el dueño del local decida hacer valer tal derecho, debe cumplir con determinadas conductas legales, como registrarse en la Secretaría del municipio correspondiente; por el contrario, de no existir dicho registro, el derecho de admisión no puede ser ejercido, y en caso de que la ley fuera violada, debe procederse a la clausura del establecimiento.Cada municipio puede enmarcar sus propias ordenanzas, pero ninguna de ellas puede ir en contra de la Constitución Nacional, en este caso, su Art. 16 y la ley Nº 23.592 (Ley Antidiscriminatoria), norma que regula lo que es o no un acto discriminatorio.Tal como está expresado en la legislación vigente, el ejercicio del derecho de admisión es optativo.Semanario El Norte, recorriendo los barrios de nuestra ciudad, pudo reconocer, a través de varios testimonios, que los locales nocturnos de Salto no permiten el ingreso de muchos de nuestros jóvenes, respondiendo básicamente a cuestiones de vestimenta. Esta nueva costumbre social y comercial está vigente en Salto. Lógicamente, cada local conoce las obligaciones a cumplir para ejercer tal derecho, por ello, siempre y cuando las mismas sean cumplidas, pueden ejercerlo libremente en el marco de la ley.En este contexto, debemos ser claros, se puede reflexionar sobre el concepto de derecho de admisión, pero debemos ser concientes de las responsabilidades que este derecho implica.Admitir que alguien ingrese a un lugar o no, es responder a cuestiones netamente prejuiciosas. Los dueños de un local pueden ejercer este derecho, intentando segmentar u orientar su comercio hacia una tipología específica de clientes. Teniendo esto en cuenta, el punto de discusión, a partir de este derecho, responde a un problema social. Cuando este derecho se transporta a la vida real, a la vida cotidiana, muchas veces la mirada que construimos sobre el otro fragmentan a la sociedad, y crean divergencias tan profundas que luego no pueden superarse. El derecho, indudablemente responde a las necesidades de la sociedad, muchas veces necesidades comerciales, y el derecho de admisión descansa en esta concepción, y en su regeneración crea más problemas que soluciones. En un país en crisis, en un país donde los chicos construyen identidades a partir de los enormes vacíos que padecen, nunca será buena la fragmentación. Como empresarios, como hombres en convivencia, debemos trabajar en pro de incluir y no de excluir, porque cuando las diferencias, creadas por nosotros mismos, sean aún mayores, no soportaremos siquiera respirar el mismo aire. Fragmentar nunca será un buen camino, y creo que esto es indiscutible. Educando desde el aprendizaje, somos un espiral en movimiento.